La lógica epidémica de
las pequeñas y las grandes conexiones es incontable, inmanejable, por contagiosa.
Tal vez eso y no otra cosa sea lo revolucionario de estos actos, el polen de
esta búsqueda, que oportunamente encontrará su flor pero también su abeja, será
planta naciente y será miel, y nadie puede hacer nada contra eso, que al final
genera de múltiples modos, Vida.
Así nos encontramos un
día con Mapa. De pura casualidad polinizadora. Yo, ingresando a un espacio donde,
literalmente, vi luces, telas de colores, unos mapas y unos instrumentos, y
entré. Ella, organizando el “Encuentro ZUMA: tejiendo juntos ecosistemas
culturales en Colombia”, que estaba en ese momento nucleando organizaciones,
actividades, artistas, productorxs, personas de todo Colombia y de varios países
de Latinoamérica. Mapa hace parte de La Múcura, que es un colectivo de amigxs a
partir del cual surgió esta inquietud de reunir las múltiples voces dispersas
en un entramado de voces. Y también fue parte de otras organizaciones como
Teléfono Roto.
Para escuchar la charla completa podés hacer click aquí!
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La Múcura es un
colectivo en circulación por Latinoamérica, cuyo objetivo es ponerse en
contacto con organizaciones, proyectos, personas que se dediquen a realizar
trabajo social desde las artes, con la conciencia puesta en la capacidad
creativa y autogestiva. El objetivo es cumplir veinte organizaciones,
visitándolas, conviviendo y sacando el jugo a toda esa experiencia en la que es
necesario sumergirse y entregarse. Llevan dos años viajando ya, y el plan es
visitar dos proyectos por país. Dos de las chicas aún están de viaje con el fin
de realizar lo prometido. Mapa y otrxs, han ido volviendo para seguir activando
de manera local. Estos dos años de recorrer les han significado nada menos que
once organizaciones visitadas.
Esta iniciativa nació en Cali, bajo el aliciente de dos
psicólogos, un pedagogo musical, una trabajadora social y una diseñadora
industrial, que estaban terminando sus carreras. Tres de ellxs hicieron sus
tesis con una metodología alternativa de investigación proveniente de Brasil
que se llama “sistematización de experiencias” y que trata de alejarse de
modelos eurocentristas de trabajo. Teniendo en cuenta el valor inmenso que en
Sudamérica juegan lo comunitario y lo colectivo, esta metodología plantea
algunos principios que ponen en jaque la lógica europea ascética del
conocimiento purista y objetivista, para encontrarse desde otro lugar con la
riqueza del estudio de nuestro territorio. Entonces, una de las premisas, por
ejemplo, es que los saberes populares y los académicos tienen la misma
legitimidad. No hay hegemonía de uno sobre el otro. Esa idea de que el saber
académico está por encima de lo comunitario, termina generando un manoseo de la
comunidad para extraerle algo o el advenimiento de una solución importada que
nada tiene que ver con la realidad que esa sociedad transita en su cotidianidad.
Mapa nos cuenta que no iba a hacer todo el viaje porque las
obligaciones y compromisos la tenían activa en Cali. Pero fue “sólo por un mes”
a una comunidad del Amazonia que se llama Ni, y después de esa experiencia sus
compañerxs se vieron acompañadxs por ella durante dos años de manera
ininterrumpida. Hay un blog de la Múcura donde se relata la experiencia
completa de cada estadía programada, puede verse aquí.
Si bien La Múcura
es un proyecto, tiene varias raíces que alimentan el gran tronco focal: RAISARTE en Suramérica (Realidades
Alternativas de Intervención Social): avocado a la investigación de organizaciones,
personas, colectivos han visitado desde una familia de payasos en Asunción
hasta el Fora do Eixo (Brasil), Clave de Sur (Guayaquil), Ni Escuela de Arte
(Perú, donde se quedaron un mes conviviendo, y aprendieron de una cosmovisión pedagógica
amazónica que ve el arte como medicina y lxs niños aprenden a partir de esa
mancomunación de saberes), Yanapay (Cuzco), Martadero (Cochabamba, una
organización con más de doce años de experiencia). Arterias Urbanas (Santa Cruz
de la Sierra, Bolivia –jóvenes que tratan de sacar el arte a la calle desde una
perspectiva colectiva y más anárquica que las otras experiencias), Bochín
Teatro Clown (familia de Asunción, Paraguay, que se dedica al teatro-clown).
Lengue Lengue (Maldonado, Uruguay), Lof (comunidad mapuche en Gral Roca,
Argentina), Valmasea (Valparaíso, Chile). Además, está el eje que buscar hacer
red de experiencias en el camino, independientemente de las veinte previstas. Y
finalmente, la difusión de la propia música, del propio arte, desde la perspectiva
del “artista gestor”: una visión sobre la sostenibilidad que nos muestra que el
dinero es sólo un recurso más, entre muchos otros. Ellxs enumeran tres claves,
la triple CCC: Conciencia, Creatividad y
Confianza. El viajar les enseñó que la creatividad es clave como recurso, y
también la conciencia de que el dinero no es un límite y la necesidad de
organizarse. El trueque, las redes, las plataformas, los eventos han facilitado
enormemente la posibilidad del viaje autosustentado. En este trayecto se genera
una conciencia eminentemente transformadora de las prácticas a las que solemos
estar acostumbradxs: la conciencia de abundancia, de prosperidad, de bienestar,
de confianza. También está abierta la puerta para ir a hacer una experiencia de
viaje con ellas.
“Creo que estamos descubriendo qué es eso de la red, qué es
una dinámica de red, qué es un trabajo colectivo. (…) Conectar creo que es la
única salida que tenemos como sociedad.” En algún momento, la Múcura se
encontró en Bolivia con Telartes (que en ese momento estaba en el Congreso de
Culturas en Movimiento, donde se encontraron más de 300 gestores culturales),
que es una convergencia de proyectos enormemente organizada que enreda a
Bolivia, impulsada por una asociación llamada Martadero (Cochabamba). Percibieron
en esta experiencia boliviana una red muy consolidada, y a raíz de ella
conocieron un espacio de vinculación de varios colectivos: Cultura de Red, un
espacio de conexión latinoamericana que trabaja desde la sostenibilidad, formación,
comunicación, incidencia. Ellxs conectadxs a su vez con Fora do Eixo, espacio
que conecta más de 2000 casas colectivas en todo Brasil que reciben personas de
toda Latinoamérica.
Mapa es cuidadosa con los términos que emplea, sobre todo al
tratarse del concepto de “red”. Tiene la altura de la palabra de quien intenta
llamar a las cosas por su nombre después de haber transitado confusiones en la
búsqueda práctica en función de un horizonte ideológico que revela el
inevitable manoseo conceptual que hacemos de algunos términos. Un vicio
inevitable del lenguaje en la vida cultural, pero que nos confunde. Para ella
el término “red” está “de moda”. Probablemente este juicio también tenga que
ver con que antes de partir en estos dos años de viaje con La Múcura, formó parte de un espacio llamado Teléfono Roto, en el cual se habla continuamente de “red”: red de
museos, de cultura, etc.
Ella se pregunta ¿qué es realmente hablar de red? ¿hay en
Colombia algo semejante? ¿puede forjarse? A raíz de inquietudes como estas, fue
como nació Encuentro ZUMA, bajo la
pretensión de dar una respuesta activa a esa inquietud. Así fue como, de hecho,
Mapa y quien les escribe nos conocimos. Básicamente, vi luz, colores, carteles,
sonidos y un mapa coloreado, y entré. Pregunté quién estaba a cargo de esa
iniciativa, y nos pusimos en contacto. Zuma es un proyecto que se propone gestar red, y que ha tenido ya sus reediciones en Cartagena y en el Eje Cafetero, durante 2015.
Gracias a ZUMA,
conocieron a una persona que trabaja en IBUSS Latinoamérica, una ONG que apoya
estos procesos en pos de financiar el encuentro. Y eso cambió, para ella,
totalmente su idea acerca de la red. “Yo ahorita casi (…) que no espero tanto
de la red.” Así como un momento apostaba todo a eso, hoy nos dice que no siente
que tenga que estar todo súper articulado, en una red supremamente grande. “Porque empecé a darme
cuenta que la red es esto: es que yo te conozca a ti y tú a mí, (…) y no
necesitamos publicarlo en Facebook. Y esto sí está pasando todo el tiempo.”
Tal vez, reflexiona, se trate de un momento de Colombia, que
indique simplemente que como sociedad proyecciones tan amplias estructuralmente
como lo que estaban entendiendo como una “Red” –inspiradxs en experiencias como
la de Brasil o Bolivia-, se mueven de manera demasiado lenta. Y que la agilidad
y la efectividad de estos procesos pasa por otros lugares. “O tal vez nuestro
norte no es generar ese gran nombre de Red, sino explotar estas pequeñas
inflexiones. Mientras la gente no se quede quieta –que no se está quedando
quieta-, se va a dar en algún momento algo como Telartes.” A partir de eso nos
nombra al hilo cuatro eventos que se habían dado esos últimos días en Cali,
entre los cuales figuraba por ejemplo el Festival de Creative Commons. La
importancia de que estas redes se consoliden en este formato más “macro” -como
es el caso de Telartes- tiene, desde esta perspectiva, sentido respecto de cómo cierto peso organizacional
visibilizado puede incidir con mayor efectividad en cuestiones como la
derogación de leyes, inversión, “tener un peso político” –así lo llama.
Hace una lectura particular acerca de la sociedad
colombiana, porque esos 50 o 60 años de conflicto violento tan particular de
Colombia hace especial el impacto en la conciencia social. En Colombia hay una
herida, una estigmatización de la política, juventud que se siente alejada de
su ser político, por este discurso generalizado que no sólo se hace carne
en Colombia, pero sí parece tener un
peso mayor, para ella, de que “todos los políticos son corruptos” o “los que te
defienden son los mismos que luego te persiguen”. Indica que tal vez la gran
diferencia con el resto de Latinoamérica se visibiliza en la presencia de la
Izquierda, porque en Colombia la Izquierda está asociada a la guerrilla. No es
el mismo tipo de militancia “masiva” que puede darse en otros países de
Latinoamérica. “Por eso creo que nuestros tiempos son una cosa totalmente
diferente (…) porque tenemos que sanar muchas cosas antes.” Porque no sólo este “monstruo invisible” de la inseguridad
ha generado una sociedad sumamente individualista y competitiva, pero al mismo
tiempo habla de un cambio generacional en que ella ve “un despertar de
conciencia increíble en cuanto a que hay otras formas de hacer las cosas, de
producir, de consumir, de informar, de comunicar, de entender el mundo en que
vivimos en pro de construir el mundo que queremos. El camino para eso está en
lo colectivo.”